Para el estudio se ha considerado como supervivientes de cáncer a aquellos enfermos y sus familiares que han finalizado la fase de tratamiento activo (excepto el tratamiento hormonal). Las personas supervivientes del cáncer reconocen cuatro fases en el proceso de la enfermedad. En cada una de ellas destacan una vivencia, un recuerdo y además un tipo de necesidad y apoyo.
Para resolver las diferentes necesidades, las asociaciones llegarían hasta donde el ámbito sanitario no alcanza, especialmente en lo que se refiere a apoyo psicológico.
Pese a que el 86,8% indicó que la información recibida fue suficiente, 2 de cada 3 encuestados de este grupo reconocieron haber acudido a otra fuente de información para entender mejor esta nueva etapa de la enfermedad. Tal vez las dudas que surgen después del tratamiento no han sido suficientemente cubiertas, ya que las recomendaciones recibidas por los profesionales médicos se centran principalmente en la necesidad de llevar una dieta equilibrada y de realizar ejercicio físico, dejando relegadas otras cuestiones no menos importantes.
A pesar de la remisión de la enfermedad, los supervivientes de cáncer necesitan someterse a revisiones periódicas. En este sentido, los sentimientos previos a las revisiones más frecuentes son nerviosismo y preocupación por que pueda reaparecer la enfermedad. En general, los supervivientes afirman que después de las revisiones suelen sentirse mejor, más tranquilos. En esta etapa se pueden diferenciar también dos perfiles de pacientes claramente delimitados, los de supervivencia corta (desde el fin del tratamiento hasta 5 años después) y los de supervivencia larga (a partir de 5 años), en función de las necesidades que presentan.
Respecto a otras personas que han pasado por otra enfermedad, los supervivientes de cáncer no se sienten diferentes excepto en algunas particularidades, como el riesgo de una recaída, el estigma del cáncer relacionado con la muerte y la agresividad de los tratamientos.
En resumen, sabemos que, echando la vista atrás, los supervivientes de cáncer echan en falta haber tenido el día después del diagnóstico una ayuda para comprender la información recibida y un apoyo para asimilar el “mazazo”. Sobre las necesidades que surgen una vez finalizado el tratamiento activo se aprecian dos perfiles: los de corta duración, recién superada la enfermedad con más necesidades en el presente y la incertidumbre y preocupación por lo que pasará, y los de larga duración, más recuperados, con menos necesidades y que prefieren olvidar la enfermedad o compartir su testimonio con personas en situaciones similares.